MWJ8MGJ9NGpbNaV7MqRbNWB4NDcsynIkynwbzD1c

La comunicación en el equipo

BLANTERLANDINGv101
4455441923166220691

La comunicación en el equipo

2 de marzo de 2022

¿Hay buena comunicación en los equipos?

En la era de las comunicaciones, donde todos, en mayor o menor medida nos manejamos con internet, mensajes de texto y telefonía celular, curiosamente, el mayor problema que hay en los grupos deportivos, profesionales, semiprofesionales o amateurs, es la falta de comunicación. 

Hemos mejorado en un montón de cosas, y como existen estas herramientas, se ha optimizado la manera de enviar mensajes, memos, avisos de cambios de horarios, etc. Cada vez son menos los que quedan colgados porque no les avisaron, ya que un sms, un mail, el whatsapp o el facebook ayudan a agilizar algunos procesos. 

Pero así como se ha avanzado tanto en este aspecto de la comunicación, se ha retrocedido mucho en otros tal vez más importantes de la vida del grupo, que tienen que ver con las relaciones directas con los jefes (léase entrenadores, dirigentes) o compañeros de trabajo (jugadores). 

Ejemplos hay a montones. Evidentemente, algo está fallando desde la cabeza o desde el primer escalón de la cadena de mando, y obviamente en mayor o menor medida este tipo de cortocircuitos afecta a la vida del plantel. 


El deporte se ha profesionalizado y especializado terriblemente, pero también ha involucionado en todo lo que tiene que ver con fortalecer la intimidad y la idiosincrasia grupal, y más de una vez, esa es la razón fundamental por la que un equipo no alcanza los objetivos que se ha propuesto o que la calidad de sus integrantes permite inferir que debería alcanzar. 

Antes eran más comunes los asados, rondas de mate o reuniones extra entrenamiento, y con ellos indirectamente se fomentaba o fortalecía el contacto interpersonal entre compañeros, entrenadores y dirigentes. Conocer al otro es una herramienta invalorable que ayuda a hacer más llevadera la convivencia y fortalece las pequeñas sociedades. La vida moderna, en la que vivimos corriendo detrás de obligaciones reales e inventadas, le ha quitado tiempo a este tipo de contactos, por lo que los tiempos del grupo o plantel se reducen a las dos o tres horas de entrenamiento físico y técnico-táctico, en los que difícilmente haya tiempo para saber qué le pasa a tal o cual jugador y viceversa. 

Antes el entrenador decía “el psicólogo del plantel soy yo”, y en esos tiempos en los que había mucho contacto interpersonal y el DT conocía detalles íntimos de sus jugadores, tal vez no le faltaba razón. Pero en esta época de entrenamientos cortos e intensos y pocas horas invertidas en el trazado humano del grupo, darle un marco formal de descarga al jugador para poder expresar sus broncas, dudas, temores o clarificar puntos de vista; y un apoyo adicional al cuerpo técnico que le permita optimizar aún más los tiempos y relaciones internas, o tener un ángulo de mirada diferente no es un aporte menor.


Consejos para cambiar la comunicación agresiva

Hay expresiones y palabras que hacen daño. Hay comentarios que restan más de lo que suman. Sustituirlos puede mejorar la comunicación y el entendimiento. 

La forma de comunicarnos condiciona el trato que tenemos con otras personas, no solo por el contenido, sino por las formas, el momento que elegimos o la expresión de nuestras caras. 

Hay expresiones asesinas. Son aquellas formas de expresarnos a través del autoritarismo, dogmatismo, agresividad, comentarios humillantes y descalificativos, así como los reproches. Son el conjunto de todas las expresiones que nos hacen sentir mal, nos humillan y nos bajan la autoestima. Descalifican a la persona con la que hablamos. Ni suman, ni enseñan, ni motivan y tampoco generan aprendizaje en quien las recibe. 

Cuando nos expresamos de esta manera, bloqueamos la comunicación. La otra parte se siente atacada y trata de defenderse e impedimos que la atención esté en el contenido. Ejemplos de estas expresiones son: 

Las amenazas: producen miedo, sumisión y sentimiento de hostilidad. 
Las críticas mal formuladas, en las que se ataca a la persona sin especificar qué debe modificar de su comportamiento. 
Los nombres denigrantes, los insultos, que etiquetan al otro. 
Los elogios manipulativos con el fin de engatusar a alguien para que haga lo que tú deseas. 
Consejos no requeridos cuando la otra persona solamente desea que la escuchen. 
La sinceridad no controlada. No necesariamente necesitamos decir todo lo que se nos cruza por la mente.

Todos sabemos que son dañinas, que no conducen a nada, pero la falta de formación en habilidades sociales y emocionales, así como los hábitos a la hora de hablar y discutir, nos llevan a repetir patrones de comunicación que no conducen a nada. Copiamos modelos que observamos, nos dejamos llevar por lo que sentimos y los arranques emociones, y no introducimos filtros para controlar el temperamento. 

Pedimos a los niños que no griten, pero los adultos sí les gritan a ellos. Pedimos a los demás que se controlen y nosotros no lo hacemos. No se trata solo de lo que no hay que hacer, no gritar, sino de cómo se expresa el enfado o la frustración de forma correcta.

El entrenamiento en habilidades sociales y en técnicas de autocontrol es fundamental para poder expresar lo que deseamos sin hacer daño. No se ha demostrado que expresar enfado en un tono de voz conversacional, sin descalificar, sin elevar el volumen, haga que pierda efecto el mensaje. Hablamos alto, rápido, pausadamente o con agresividad según nos sentimos. A través del contenido y del modo expresamos cómo nos sentimos. Nos saltamos el sistema reflexivo porque la emoción de ese momento, el enfado, la frustración, los celos o la envidia nos hacen sentir mal, sufrimos y creemos que la manera de mostrar al otro nuestro estado emocional es a través del lenguaje y las formas dañinas. Y es una gran equivocación. Lo único que conseguimos con esta agresividad es que el otro trate de defenderse, de elevar el volumen más alto que el otro y de que la discusión se desvíe a otros derroteros. 

La regla para trabajar el autocontrol es esperar a estar en frío. No hay nada como mantener el control cuando la situación está caliente. Unas dosis de autocontrol es necesaria para la buena convivencia. 

5 consejos para comunicarnos mejor: 
  • Plantéate si lo que vas a decir aporta algo o solo es una forma de liberar tu tensión.
  • Trabaja el autocontrol valorando las consecuencias de gritar, humillar, reprochar o discutir en caliente. Es preferible que aplaces la conversación. 
  • Sugiere, no ordenes. Sustituye los “tienes que” por “sería mejor ¿a ti qué te parece?”
  • Baja el altavoz y el tono amenazante. La persona así te escucha mejor.
  • Busca argumentos y razones, en lugar de agresividad y humillaciones.

Recuerda que la persona que tienes enfrente es una PERSONA, con emociones y sentimientos.

Lo que dices fruto de la reflexión y templanza, siempre tendrá más credibilidad que lo digas a voces. Cuida la comunicación. 

Citas y Fuentes: German Diorio (Psicólogo del Club) y Patricia Ramirez (Psicóloga Deportiva)
BLANTERLANDINGv101
Formulario de WhatsApp×
Datos Personales
Consulta
Enviar consulta